Hoy la volatilidad mensual del galón de gasolina es $2,000. Es decir, un movimiento “normal” se ubicaría entre una caída de $2,000 y una subida de $2,000. Hoy el FEPC amortigua estos movimientos, pero si en un futuro se deja libre frente al precio internacional, como lo anunció el Ministro de Hacienda, podríamos estar viendo una situación completamente diferente. ¿Está el país preparado para esto? ¿Qué pueden hacer las empresas? ¿Qué pueden hacer las personas? En nuestro blog discutimos la situación actual con el FEPC y los costos y beneficios de abandonarlo.
Recientemente, el Ministro de Hacienda afirmó que, una vez se llegue al precio internacional de la gasolina, esta se atará y quedará flotante frente al mercado. Aunque la mayoría de países vive una realidad similar a precio flotante (incluso países autosuficientes como México), Colombia no ha vivido esta situación desde la creación del FEPC (Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles) en 2007, por lo que una explicación puede ayudar a comprender la importancia de este.
El precio de los activos financieros, como el precio de la gasolina y del diésel, fluctúan todos los meses, negociados bajo índices líderes como el RBOB o el Heating Oil, a diferentes plazos (1, 2, 3, 6, …, 24 meses) en dólares americanos. Así, resulta natural que una industria petrolera se ate a este tipo de índices, pues alejarse de estos puede dejarlos (i) por fuera de mercado si su precio de venta es superior o (ii) que tenga una pérdida frente al precio internacional, lo que iría en contravía de sus accionistas.
Para amortiguar la volatilidad del dólar y de los índices internacionales, el FEPC fue creado para introducir un precio regulado, el cual cada mes se moviera – máximo – 2.8% en cualquier dirección, buscando acercarse – lentamente – al precio internacional. En principio, el fondo debía ser autosostenible, ya que, en épocas de precios bajos internacionales, el precio regulado estaría por encima – generando un superávit para la nación –, mientras que, en épocas de precios altos, el precio regulado estaría por debajo – generando un déficit.
Al analizar los datos, sin embargo, se podía prever retos importantes. En particular, cuando los precios de crudos internacionales caen de manera pronunciada, el peso tiende devaluarse a una velocidad similar. Esta correlación negativa amortigua el impacto sobre el precio internacional, haciendo que las épocas de precios bajos generaran un superávit pequeño. Sin embargo, cuando los precios crecieron rápidamente, el efecto sobre el peso fue pequeño, por lo que el déficit fue
importante. Así, los movimientos de 2015-2016 y 2020-2021 llevaron a déficits importantes que hoy tienen el FEPC con precios históricamente bajos.
Con la eliminación del precio regulado, nuevos retos se vienen para los consumidores de combustibles del país (particularmente el sector transportador). En particular, observando el periodo de 2015-2016, como en la figura superior, el precio en pesos ha sido poco volátil ante la caída del precio del petróleo en 2015, porque vino acompañado de una devaluación del 50% de la tasa de cambio.
Hoy, sin embargo, estamos experimentando un crecimiento importante que no ha venido acompañado de la revaluación esperada en tasa de cambio (aunque en dólares, hoy el precio está a niveles comparables con 2018).
Una forma natural de medir el efecto es la volatilidad de los cambios mensuales, lo que podría interpretarse más intuitivamente como lo que supondría un movimiento “normal” en un mes. Durante 2011, la volatilidad mensual rondaba los COP$300-COP$350, mientras que hoy ese valor se encuentra en COP$2000. Es decir, si antes un mes normal podría moverse el precio de la gasolina o el diésel unos 300 pesos por mes, hoy un movimiento normal sería de 2,000 pesos por mes. Lo anterior representa la parte negativa de ligarnos al precio internacional: incluso en las épocas de mayor calma, podríamos estar anticipando movimientos de $300 cada mes (en cualquier dirección), mientras que en épocas de estrés no deberían sorprendernos movimientos de $2,000.
En Colombia la cultura del seguro (a través de coberturas cambiarias y de gasolina) no ha sido ampliamente adoptada. Así, la eliminación del precio internacional presenta uno de los principales retos en términos de cultura: migrar a una cultura aseguradora privada, en donde los agentes midan el riesgo y tomen decisiones de cobertura con el objetivo de reducción de volatilidad e incertidumbre. Los beneficios de estos son claros: mejora la planeación, elimina o reduce la dependencia de los precios internacionales y protege a la empresa en periodos de estrés. Desde Quantil, llevamos 15 años apoyando a las empresas a gestionar estos riesgos en distintos sectores – sector de hidrocarburos, retail, automovilístico, transporte, agrícola, por nombrar algunos ejemplos.
En conclusión, abandonar un precio regulado representa un cambio de paradigma en el comportamiento de los precios colombianos a los cual no estamos acostumbrados. Asimismo, quienes tienen la posibilidad de acceder a los mercados de derivados pueden contemplar esta aproximación como una solución al problema, pero no debe olvidarse que las personas naturales no tienen acceso a un mercado de coberturas y cuentan con menos posibilidad de reacción. Si hoy nos parece que incrementos de $600 pesos es abismal, no podemos aún imaginar el escenario en donde $1,000 pesos sea un mes tranquilo.
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